jueves, 23 de febrero de 2012

6/7/11

Los solsticios trascurrieron y, a pesar del silencio, has habitado en todas las coordenadas que rechazaste: en los veintinueve, en tu eco metálico, en el ansia de cada llamada, en los besos que no deben ser recordados, en la incordiosa esperanza de volver a verte... suplicando que nunca llegue.

No, aún no hay suficientes husos de distancia para pensarte con claridad, pero algo me ha dicho que los habrá, que despertaré y saldré de las sombras... pues incluso en la soledad se ha escondido el sol.

Desde que no sembraste el futuro en mi sangre,
eres culpable de que yo no mantuviese mi palabra;
y de la falta de posdatas, los soportales de azúfre, los lanzamientos espaciales, los asuntos de colegiales, todos los trovadores reales les ganaron a tus reinas, ya no tienes más poderes... no quedan nombres de flores.

Y no, perdona, pero no pienso perdonarte,
por obligarme a adaptar a este ritmo mis latidos, a aprender que no siempre hay dos vencidos,
porque nunca quise liberar los mitos, ni darles la razón a tus enemigos,
me instalé en el fondo del abismo... aquí también llegan los días cardíacos y de olvido.

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